LO FORMATIVO EN LA EDUCACIÓN ECUATORIANA A PARTIR DEL COVID-19: UNA NECESIDAD PRIORITARIA, Y DESATENDIDA

En el marco de la funesta odisea que ha significado la enfermedad llamada COVID 19 para la humanidad, la educación se ha visto golpeada de manera especial, y una de sus lesiones más importantes se ha dado en el aspecto formativo. Podemos afirmar que los sistemas de salud y educación de nuestro país han prestado una atención que no ha sido ni lejanamente suficiente en los sentidos psicoemocionales y psicosociales . Pero sí hemos aprendido -a la mala- cosas útiles. Hemos aprendido, por ejemplo, que en nuestras reformas curriculares hemos ido aparentemente transversalizando muchos de los conceptos relativos a la formación, pero en detrimento del logos y de la praxis intencionada de la misma, es decir, de ese núcleo racional que debe acompañar a la virtud; y, para ello, tenemos que actuar de diferente manera y dar espacios de conocimiento, reflexión y argumentación en tal sentido. De lo contrario formar es observar impasiblemente a los niños y jóvenes crecer, y convertirse en lo que el azar, el contexto y su ingenuo juicio les deparen. También se ha identificado a la interacción (de cualquier tipo) como la condición sine qua non para la gran mayoría de las metodologías orientadas hacia la formación, así como objeto de estudio, espacio de praxis y, ultimadamente, gran parte de la vida. Se ha investigado aquí sobre si estas y otras nociones han sido ponderadas para el abordaje de lo formativo por parte del sistema nacional de educación, y al no encontrar mucho de lo esperado, se ha pasado una revista crítica de lo que se ha encontrado en su lugar. Lamentablemente, no es grato aquello que resulta de la mirada minuciosa sobre cómo se ha atendido a las niñas, niños y jóvenes de la nación. Falta de criterio en la concepción, mediocridad en la planificación, negligencia en la ejecución; en definitiva, abandono.