Gonzalo Vargas (Quito, 1976) no es andinista, pero ha subido montañas para fotografiar la textura de la nieve, su luminosidad, su brillo y su blancura. Ha explorado el paisaje andino para encontrar una vicuña solitaria y atraparla con el lente de una cámara. Ha ido a las alturas para fotografiar las nubes, los destellos de luz que pasan a través de ellas, sus formas sutiles y caprichosas.
También ha ascendido para explorar las capas geográficas del Cotopaxi y hacer, a escala, una escultura en bronce de la montaña y su textura, inspirado en la obra de Frederic Edwin Church. Y viajó a la Patagonia a conocer sobre las cartas de navegación para explorar las rutas, los mares, las estrellas y las constelaciones que se ven claramente desde el sur del continente.
Vargas es un artista que trabaja en proyectos que se nutren de la ciencia, y explora formas, materiales y técnicas para sus creaciones; un investigador que indaga en la historia para reflexionar sobre el presente desde una narrativa poética y visual.
Estudió Artes Visuales en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Artes de la Universidad Católica del Ecuador donde, además, trabaja como docente desde 2005. Es máster en Estudios de la Cultura por la Universidad Andina Simón Bolívar (2015) y ha participado en exposiciones tanto colectivas como individuales.
Su trabajo lo ha llevado a explorar varios lugares del continente: Buenos Aires o la Patagonia; el pueblo de Chuquicamata en Antofagasta, Chile, para hablar de la minería a gran escala y sus efectos sociales; las Galápagos y Tierra del Fuego para seguir los pasos de Darwin. También ha explorado Quito, las canteras de la Mitad del Mundo y los paraísos artificiales. Nubes y estrellas, a las que se suman retratos, paisajes y objetos precolombinos.
El lugar feliz
Entrar al taller de Gonzalo Vargas es descubrir a un artista versátil, capaz de usar múltiples técnicas, moldear materiales distintos y todo desde una mirada propia y con un orden particular. Su taller es su lugar feliz. Tiene un pequeño torno para cerámica y una impresora 3D para otros objetos que forman parte de sus proyectos. También tiene un espacio dedicado a los legos, una afición de infancia que aún conserva y que muestra su pasión por crear y construir.
Su rutina está dividida entre sus tareas como docente y su quehacer artístico. Cada proyecto necesita un tiempo de estudio, investigación y reflexión. La fotografía es uno de los medios de expresión más trabajados por Gonzalo Vargas, pero no el único: hace esculturas de cerámica, de bronce y de fibra plástica, conservando siempre como punto de referencia la historia.
Entre esos encuentros con la historia ha dado vida a un personaje, un jaguar de la cultura Jama Coaque que presentó animado en el marco de una exposición en el Museo Casa del Alabado. Es decir, ha tomado la figura precolombina y la ha vuelto objeto actual, impresa en 3D, una especie de mascota mediante la cual se puede explicar el pasado.
En esa experiencia en el Alabado, para el proyecto Colisiones y ensayos (2021),
“generé un universo visual en el que me interesaba reflexionar sobre dos sistemas de relaciones. El primero, los usos rituales y utilitarios que fueron atribuidos por la arqueología a las piezas de la reserva del Alabado; y el segundo, sus usos contemporáneos, entendiéndolos ahora como arte, como objetos históricos-patrimoniales o como objetos cuyo significado original nos elude”.
El jaguar Jama Coaque camina, se mueve, ha sido utilizado como filtro para fotografías de Instagram, cobrando nueva vida, convirtiéndose en objeto cotidiano.